sábado, 7 de abril de 2012

ESTO ES UNA PROCESIÓN, LO DEMÁS IMITACIONES


SEMANA SANTA

El ‘Entierro de Genarín’, el orujo de la pasión pagana

El paso de Genarín atrae a miles de personas, como muestra la imagen de la plaza de la Catedral. M. MARCOS
JOSÉ JAVIER PORRAS
Las críticas a Genarín le llueven como el tiempo a la Semana Santa pero a pesar de sus detractores y de los amagos de la crisis triunfa en la noche del Jueves Santo con la masiva participación en el ‘Entierro de Genarín’, esa procesión pagana ruidosa, bufa, borracha y carnavalera que, aunque a muchos les pese, es una seña de identidad más de los días de Semana Santa.

Así, el Barrio Húmedo congregó a miles de personas, a pesar de no tener un programa oficial y ni tan si quiera tener muy clara la vida y milagros del santo pellejero. Los devotos, entre los fieles más arraigados y los recién acogidos a la fe, participaron en el ‘Entierro’ que conmemora la muerte de Genaro Blanco: pellejero, mozo de estoque y muñidor; borracho muy amante del orujo y los burdeles que, en el Jueves Santo de 1929 dejaba su vida cuando realizaba sus necesidades perentorias en el tercer cubo de la muralla entre las ruedas de La Bonifacia, el primer camión de la basura de la ciudad y que en su momento también fue de bomberos.

El desfile, organizado por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, tiene sus inicios en 1930 cuando un grupo de amigos se reunió para revivir las vivencias y lugares del atropellado pellejero. El cortejo lo formaban, con algunos añadidos de ocasión, cuatro hombres: Pérez Herrero, mecánico-dentista y poeta de cierta fama; Luis Rico, aristócrata y bohemio; Nicolás Pérez ‘Porreto’, árbitro de fútbol, y Eulogio, taxista por profesión y coplero por devoción. Con el tiempo y la tradición fueron conocidos como los cuatro ‘evangelistas’ de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín. Así, la ronda poética que se inicia en la calle de La Sal y recorre diferentes calles de los barrios de Santa Marina, La Regla y San Martín, fue prohibida en 1957 por el entonces gobernador civil de León, Antonio Alvarez, recuperándose en 1979, una vez restablecida la Democracia. A pesar de la prohibición, los cuatro ‘evangelistas’ nunca dejaron de reunirse y rendirle tributo hasta su fallecimiento. Una tradición que continúa a día de hoy con unos actos que se iniciaron con la tradicional comida entre los hermanos, a base de bacalao, sopas de ajo y una naranja de postre. Posteriormente y en los primeros coletazos orujeros, se procedió al ‘bautismo’ con aguardiente de los nuevos cofrades.

Tras el hermanamiento que siempre propicia el buen orujo y antes de la medianoche los cofrades se dirigieron a la plaza del Grano donde el cortejo inició su recorrido. Ánimos exaltados pese al tiempo se acentúan a medida que avanzaba el cortejo por el itinerario que condujo al santo pellejero dando tumbos a la plaza de San Martín, donde más fieles se unieron a la procesión tras horas de matar ‘judíos’. “Coca Cola asesina, el orujo al poder” o “Genarín valiente, queremos aguardiente”, fueron sólo algunos de los gritos de los más devotos dirigiéndose a la vieja muralla en la calle Las Carreras. La procesión, que imita ciertos dejes pasionales, estaba conformada por un primer paso: orujo, naranjas, queso y una corona, sólo de laurel, en cuyo trono se situaba un barril. A este le seguía el paso de Genarín botella en mano, al que sigue la muerte caminando incansable hacia Jenaro. Cerrando el cortejo la figura de la ‘Moncha’, la puta con la que Genarín, según cuenta la tradición obró su primer milagro tras su muerte.

Tras recorrer calles y plazas, la comitiva llegó al lugar exacto en el que murió atropellado. Allí el hermano escalador o trepador, según gustos, realizó la tradicional ofrenda, de una hogaza de pan, una botella de orujo y una corona. Momento estelar del ‘Entierro de Genarín’ en el que los rones, whiskys y demás alcoholes ya han realizado estragos entre algunos de los fieles.

El ‘santo’ ya descansa, si le dejan, hasta el año que viene a la espera de que haga un nuevo milagro por León, ya que aunque no hizo milagros en vida, se conoce por los más devotos que hechos extraordinarios sucedieron en su nombre tras su muerte; que decir de la redención de la prostituta, la victoria de la Cultural sobre el Hércules, el asesinato del ladrón de ofrendas y la curación del enfermo de riñón. Al que muchos añadieron la llegada de ZP a la Moncloa. Aunque ayer entre las tradicionales rimas y coplas le pidieron lo imposible, lo que no ha hecho nadie, poner solución a la crisis. Y si no “por qué crees que bebemos, pa’ olvidar”. Argumentaba un fiel devoto.